viernes, 27 de abril de 2012

La tortura en Cipolletti

Con los testimonios de Raúl Sotto y Oscar Contreras, comenzaron a ser ventiladas en el juicio las torturas denunciadas en la comisaría de Cipolletti.  Militantes justicialistas fueron secuestrados de sus casas o sus trabajos por militares y policías rionegrinos que luego los interrogaron a los golpes y con la metodología del “submarino”; mientras que sus familiares se agolpaban en la comisaría rionegrina y en el Comando del Ejército en Neuquén para conocer –infructuosamente- el destino de los secuestrados.

Sotto dijo no tener dudas de que fue secuestrado por su militancia peronista y por haber participado del “plan de Salud” implementado en el hospital de Cipolletti en 1974 donde trabajaba. Resumió que la programación de Salud incluía la contratación de médicos “full time” y la instalación de puestos sanitarios en los barrios de la ciudad.”No estoy acá en son de revancha, vine a contar lo que me pasó. Fue terrible la apaleadura que me pegaron en la comisaría de Cipolletti”, dijo.

Explicó que dos o tres días después del golpe una comisión de policías y del Ejército allanó su casa por la noche en busca de “armas y material subversivo” y que, como no encontraron nada, se fueron. Dijo que vivía allí con sus padres y su hermana, y que la familia  le alquilaba un espacio a gente que venía de Concordia a hacer la temporada en la cosecha de fruta, por lo que también fueron allanados.

Foto Oscar Livera

Describió que al segundo o tercer día después del golpe, la Policía Federal lo fue a buscar a su trabajo en la administración del hospital y se lo llevó a delegación neuquina, donde estuvo “toda una tarde” en la que fue interrogado sin golpes “sobre personas que no conocía”, para luego volver a su casa. Una semana después, al hospital llegaron policías provinciales y el Ejército y lo trasladaron esposado a la comisaría de Cipolletti. ”Detenido en el pasillo, me interrogan. Se me paran uno o dos en la espalda y Martínez me agarra de los pelos, porque yo era joven y los tenía largos, y agarrándome de los cabellos me metía la cabeza en un fuentón con agua”, describió. “Como consecuencia de eso, en el oído izquierdo, que yo tenía operado de chico, se me volvió a reventar el tímpano. Ahí estaba Del Magro, que después me decía cantá boludo, cantá la justa, mirá como te quedó la oreja, me decía porque yo tenía la oreja hinchada con una morcilla”.

Agregó que el policía lo amenazaba con “tirarlo a los bichos verdes”, por los militares. Aseguró que Saturnino “Sato” Martínez era quien le hacía submarino, o en otra oportunidad el que le pegaba en la boca del estómago mientras otros dos o más, le tenían agarrado de las manos en cruz. Dijo que mientras recibía golpes, Oscar Del Magro y Miguel Ángel Quiñones -ambos policías rionegrinos retirados e imputados en este juicio- le hacían el interrogatorio. Todo ocurrió sin que le vendaran los ojos  y los policías actuaban tanto en los golpes como en los tormentos, a cara descubierta. Estando en el lugar, describió que vio en una oportunidad que a Oscar Contreras, a quien conocía porque era militante justicialista, lo tenían parado en contra de una pared, con las manos a los costados, y que le golpeaban en la espalda “con un fusil FAL.”Una noche me sacaron, era el oficial Quiñones, y me mostró a un hombre de bigotes y me dijo: éste es un extremista como vos, y me dieron otra pateadura más porque no lo conocía. Hay rostros que no se olvidan nunca. Cuando falleció Ricardo Novero hace pocos años, a quien conocía porque era de la Juventud Peronista (JP) y trabajaba en la municipalidad, en el funeral me saludó un hombre con bigote y me dijo; vos tenías el pelo largo y te acusaron de que eras un extremista. Fueron las dos veces que lo vi en mi vida”, destacó.

Foto Oscar Livera

Sotto explicó que a él y otros peronistas que estaban detenidos en la comisaría, los hermanos Pailos -que también eran de la JP- los policías los sacaban en la noche esposados en una camioneta del Ejército “y se bajaban en unas casas y me decían ¿conocés este lugar?, en distintas casas que decían que eran donde se reunían los subversivos”. Finalmente dijo que cuando fueron liberados, junto con los hermanos Pailos, fueron llevados desde la comisaría de Cipolletti hasta la sede del destacamento ubicado sobre la calle Sargento Cabral en Neuquén, a un costado del Comando y de allí fueron ingresados a la U9, para ser liberados después, previo realizar la pericia dactiloscópica en la oficina de la Policía Federal en Neuquén.

Aseguró que la salida hacia el Comando y luego desde la U9 hacia la Federal para las improntas dactilares, las realizó junto con los Pailos y en una camioneta en la que iba personal del Ejército y Quiñones. En su relato, y luego de varias preguntas y repreguntas de los defensores, Sotto fue confuso sobre en qué momento se hizo el allanamiento a su casa, y las características de la detención en la Federal, como así también sobre cómo conocía la  identidad de los policías que lo golpearon  cuando permaneció secuestrado en la unidad policial cipoleña. Esto derivó en un fuerte cruce con Hernán Corigliano, defensor  del militar Gustavo Vitón, que en 1976 era el interventor de la comisaría de Cipolletti. También con la defensa del comisario Del Magro, a cargo de Rodolfo Ponce de León.”¿Cómo sabía quién era Del Magro”? le preguntó. “Porque en 1975 intervine en una pelea que frenamos con otro, y me hicieron una causa por robo y hurto y el que hizo la actuación en la comisaría, era Del Magro”, respondió Sotto.

Matías Subat

 

“¿Se acuerda si tenían uniforme o no cuando le allanaron la casa? ¿Cómo sabía que eran policías los que le golpeaban en la comisaría?”, insistió Ponce.”Porque los mismos que me allanaron la casa después estaban en la comisaría. Cuando me allanaron, los policías entraron en mi casa y el Ejército se quedó afuera. Cuando me pegaban en la comisaría, que no importaba qué respondía, porque me pegaban igual; además de Quiñones y Del Magro -que nunca me pegaban, solo interrogaban- había un suboficial del Ejército, flaco, alto y de pelo ondulado”, describió Sotto. El defensor de Del Magro le preguntó entonces si era parte de la barra brava del Club Cipolletti, e intentó avanzar en la animosidad que podría existir contra la policía local como integrante de la hinchada; interrogatorio que no prosperó ante los reclamos de la querella y la vuelta al debate sobre la causa por “robo y hurto” en 1974.

Sotto insistió en que había sido sobreseído en ese proceso y que estaba “armado” ya que junto con unos amigos habían intervenido para frenar una pelea, tras lo cual les llegó la citación por “robo y hurto”. Sotto dijo que durante la detención días después del golpe, un policía le sugirió que se fuera de Cipolletti porque los iban a volver a detener.”Nos fuimos a Concordia, Entre Ríos, a trabajar el citrus y después a una empresa. Una persona que yo conocía nada más de cuando éramos niños, el “loco Barrera” le dijo a mi hermana Alicia que ni me apareciera, porque me andaban buscando y no volvimos. Allá por el 88, cuando ya había vuelto a Cipolletti, me encontré en la plaza con Juan Carlos Barrera y me dijo que en ese tiempo lo había agarrado la policía, lo habían desnudado, lo habían colgado y tirado agua, y le picanearon para que dijera dónde estaba,  y como él no sabía nada, les dijo que me había ido a Brasil”, destacó. Finalmente Sotto dijo que a Enerio Huircaín -a quien identificó como el que lo esposó cuando lo secuestraron para llevárselo a la comisaría cipoleña- lo veía habitualmente en Cipollletti los últimos años porque se había ido a vivir a unas dos cuadras de su casa, y que a Martínez lo había cruzado “en la Anónima que está cerca de mi casa. Salió corriendo como si le fuera a hacer algo, yo no voy a insultarlo ni nada, no sirve de nada”, aseguró al Tribunal.

Después de dos horas de exposición, el último tramo terminó muy trabado por las preguntas de los defensores y los planteos de hostigamiento por el que le reclamaban las querellas. A tal punto que, ofuscado, Sotto le cuestionó a la defensora Rubianes: ¿cree que le estoy mintiendo, quiere que le muestre las cicatrices? La defensa de Vitón solicitó después falso testimonio para Sotto.

Foto: Emiliano Ortiz

 ”Mi madre murió sin saber de qué lo acusaban”

Alicia Sotto inció su declaración describiendo el allanamiento en la vivienda familiar dos o tres días después del golpe del 24 de marzo. “Pinchaban las paredes porque buscaban armas, eran los policías, pero afuera estaban los del Ejército”, dijo. Agregó que acompañó dos veces a su madre en busca de su hermano desaparecido luego de que el grupo de tareas se lo llevó del hospital. “Sé que se lo llevaron del hospital porque yo trabajaba en estadísticas y vinieron mis compañeras a abrazarme y me decían que a mi hermano se lo llevó el Ejército y la policía”, describió. “Había mucha gente que pedía por sus familiares”, en la comisaría.

Matías Subat

Alicia Sotto dijo que cuando a su hermano se lo llevaron para interrogarlo en la Federal desapareció por dos días de la casa, y que cuando volvió de su segundo secuestro en la comisaría de Cipolletti, “vino todo golpeado, pero no contó nada”. Agregó que “en la cara tenía como un latigazo, el oído lo tenía reventado y no escuchaba; y en esos días que se cambió la remera, vi que en su espalda y por todos lados tenía magullones y estaba todo morado de los golpes”, describió.

Relató que acompañó a su madre a la comisaría para preguntar por su hermano, “y después de dos veces mi mamá no me dejó ir más, porque yo preguntaba mucho y no me gustaba cómo nos trataban y mi madre tenía miedo que también me dejaran adentro. No nos dejaron verlo, venía uno de atrás, de civil, enojado porque íbamos a buscarlo. Una vez le dijo a mi madre, ‘ahora te preocupás, lo vamos a mandar al Chaco’, dijo Alicia Sotto, y aseguró que después supo que quien les decía esto, que angustió muchísimo a su madre porque no tenían recursos para ir a visitarlo tan lejos, era Quiñones. “Yo lo vi esas dos veces que fui con mi mamá; era no muy alto, pelo ondulado y morocho; mi madre se murió y nunca supo por qué era que lo tuvieron detenido”, dijo.

Alicia Sotto aseguró que la única persona que les tendió una mano fue el obispo Jaime De Nevares, quien les recomendó que fueran al Comando a preguntar. “Fueron mi mamá y mi papá, y a ellos les preguntaron si sabían de que mi hermano tuviera armas o dónde hacían las reuniones. Después le dijeron que a mi hermano le iban a dar la libertad, que era un buen muchacho, que se fueran a la casa”, finalizó. La mujer recordó como un aspecto desgarrador cómo a partir de esa detención “fuimos tratados por los vecinos y por los mismos compañeros del hospital como si tuviéramos peste. Se cruzaban de calle para no saludarnos. Nadie me investigó, si uno decía que éramos subversivos, todos creían que así era, me llevé muchas desilusiones de la gente”, planteó al borde del llanto. Alicia Sotto dijo que en 1977 la llamaron del hospital para decirle que “estaba en una lista” y que no podía volver a trabajar allí.

Hospital en disponibilidad

Elba Noemí Sanchez es una jubilada bancaria que declaró por videoteleconferencia y que en 1976 tenía a su cargo la administración del hospital de Cipolletti. Dijo que no le constaba que a Sotto lo hubieran detenido, aunque ante preguntas del Tribunal, dijo que en esos días supo por comentarios que “tres o cuatro empleados del hospital que eran peronistas, estaban detenidos en la comisaría de Cipolletti”. Aseguró que en el hospital de Cipolletti se llevaba a cabo el plan de salud el gobierno peronista y dijo no recordar si ese plan cambió a partir del golpe.

Aseguró que tanto a ella como al director de entonces, Raúl Corvo, los declararon “prescindibles”, lo que significó que los cesantearan sin indemnización y que por cinco años no podían ingresar a ningún ámbito de la administración pública nacional, provincial o municipal. Dijo conocer a los doctores Mario Villagra  y Tomás Hertzeg como ginecólogo y pediatra, respectivamente, pero dijo no saber si después del golpe militar tuvieron otro cargo en el nosocomio. Antes, los médicos habían sido nombrados por Sotto, quien dijo que estando en la comisaría de Cipolletti secuestrado,  le aseguraron que los médicos decían que “los del plan de salud, son todos unos subversivos”.


Fuente :  Sindicato De Prensa De Neuquén


Emiliano Ortiz 11 abril 2012

Imputados "Quién es quién"

En la audiencia comparecerán los 24 acusados, de los cuales 8 ya fueron condenados en el primer juicio. Cuando la causa llegó al Tribunal Oral Federal eran 26 los imputados. En junio de 2.010 fallecio el capitan del ejército retirado Roberto Maier y en 2.011 el segundo jefe del Batallon, Hector Gagliardi.
Comparecerán jefes militares y de diferentes fuerzas sospechados de integrar los grupos de tarea que operaron en Cipolletti y Neuquén; oficiales y suboficiales del Ejército, policías rionegrinos, personal de inteligencia del ejército y personal civil de inteligencia.


Los imputados:
JOSÉ RICARDO LUERA. Militar retirado. Nació el 27 de octubre de 1927, con prisión domiciliaria en San Miguel. Era comandante de la VI Brigada.
ENRIQUE CHARLES CASAGRANDE. Militar retirado de inteligencia del ejército, nacido 21 de noviembre de 1938, con detención domiciliaria en San Luis. Era suboficial del destacamento de inteligencia, Subjefe.
OSVALDO ANTONIO LAURELLA CRIPPA. Militar retirado. Nacido el 30 de octubre de 1931, con det4encion domiciliaria en su casa de Bahía Blanca. Era teniente coronel de la Sexta Brigada “en comisión” como jefe de policía de Neuquén entre el 25 de marzo de 1976 y el 12 de diciembre de 1977.
MIGUEL ÁNGEL QUIÑONES. Retirado de la policía de Río Negro, nacido 14 de mayo 1944. Alojado en la U5.  Era oficial sub-ayudante de Inteligencia de la policía rionegrina.
JORGE OSVALDO GAETANI. Militar retirado nacido 13 abril de 1953. Se encuentra excarcelado. Era subteniente de la compañia de de combate “b” del Batallón 181.
SERAPIO DEL CARMEN BARROS. Personal Civil de Inteligencia del destacamento182. De ocupación mecánico, nacido 27 de enero de 1947. Excarcelado.
EMILIO JORGE SACCHITELLA. Retirado de Gendarmería del 28 de noviembre de 1946, excarcelado.
JULIO HÉCTOR VILLALOBO. Apodado “viejo”. Ante la Justicia dijo ser director técnico, retirado de la Policía rionegrina. Nacido el 20 de febrero de 1950, excarcelado. Suboficial de la comisaria 24 de Cipolletti al momento de los hechos.
 SATURNINO MARTINEZ. Apodado “Sato”. Retirado de la Policía de Río negro, nacido el 26 de julio de 1947. Excarcelado. Suboficial de la comisaria 24 de Cipolletti al momento de los hechos.
DESIDERIO PENCHULEF. Policía rionegrino retirado. Nacido 22 de mayo de 1929.  Excarcelado. Comisario de la comisaria de Cinco Saltos, que en 1976 era la 25.
GUSTAVO VITON. Militar retirado. Nacido el 14 de mayo de 1947. A cargo de la Compañía “A” del Batallón de Ingeniero de Construcciones 181 en 1976. El 24 de marzo de ese año se le asignó la Jefatura del Área 5.2.1, con asiento en la comisaría 24 de Cipolletti. Detenido en el penal de Marcos Paz.
ANTONIO ALBERTO CAMARELLI. Retirado de la policía rionegrina. Nacido el 15 de noviembre de 1942, detenido en la U5 de Roca.  Era jefe de la comisaria 24 de Cipolletti y jefe de Operaciones Especiales en la subzona 5212.
GERONIMO ENERIO HUIRCAÍN. Apodado “Negro”, comerciante, retirado de la policía rionegrina. Nacido el 20 de julio de 1954, excarcelado. Oficial ayudante de la comisaria 24 y encargado del Servicio de Informaciones.
OSCAR IGNACIO DEL MAGRO. Oficial retirado de la policía rionegrina. Alias “Pelusa”, retirado. Nacido el 1 de julio de 1954. Excarcelado.

jueves, 26 de abril de 2012

"La Escuelita II": reclaman que se rompan el silencio del terrorismo de Estado

Lo pidió el ex diputado Eduardo Buamscha, en otra audiencia del juicio en el que está acusado por violaciones a los DDHH el ex Director de Control Urbano platense, el ex militar Gustavo Vitón.

El ex diputado justicialista Eduardo Buamscha reclamó a los imputados en el juicio "La Escuelita II" de Neuquén que "digan la verdad" sobre los desaparecidos y los bebés apropiados durante la dictadura, ahora que el ex dictador Jorge Rafael Videla "rompió el pacto de silencio". Fue en el marco de otra audiencia en el juicio en el que están acusados el ex Director de Control Urbano platense, Gustavo Vitón, junto a 24 militares, policías y gendarmes de Neuquén y el Alto Valle del Río Negro por delitos cometidos contra 39 personas, 6 de los cuales permanecen desaparecidos.

Vitón, quien desde el inicio del juicio toma nota de todo lo que ocurre en un cuaderno, es un militar retirado de 64 años que en 1998 fue designado al frente de la oficina de transito de la Municipalidad de La Plata por el entonces intendente Julio Alak.
Esa fue su última excursión en la función pública y fue separado del cargo luego de que ese mismo año la agrupación HIJOS La Plata realizara un escrache en su casa de avenida 60 y 23. Antes, durante el gobierno de Eduardo Duhalde, en 1996 y 1997 se había desempeñado como gerente de operaciones de la Zona Franca de La Plata. Por esa época, según denunció en el diario Página/12 el periodista Horacio Vervitzki, forjó sus negocios en el área de la seguridad privada.
 
En la reanudación del juicio, Eduardo Buamscha afirmó que "ahora que Videla reconoce todas estas barbaridades que ellos están negando es bueno que digan qué hicieron, dónde están los bebés, dónde están los cuerpos de los desaparecidos, porque ni ellos van a morir tranquilos, ni nosotros vamos a estar tranquilos hasta que no termine esto definitivamente con la verdad".
Buamscha personalizó su reclamo en los militares retirados Oscar Lorenzo Reinhlod y Luis Alberto Farías Barrera (ambos imputados), porque "son los que representaban al Ejército con los familiares, eran las personas que seguramente no torturaron pero eran responsables de todo esto".

"Creo que en algún momento pueden decir la verdad. No es tan difícil, ellos saben donde están los cuerpos, los bebés y me parece que ellos mismos se perjudican no diciendo la verdad", agregó.
Dijo que "Videla rompió el pacto de silencio, que fue el jefe máximo de toda la época de la tortura y creo que eso puede dar pie a que otros digan `bueno, terminemos con esto, saquémonos este peso de encima` y a lo mejor todos vamos a estar mucho más en paz".
Expresó que "mientras existan desaparecidos y bebés con padres que no son los de ellos nunca va a haber la posibilidad de que nadie muera tranquilo".
El ex legislador justicialista dio testimonio acerca de Carlos Kristensen, una de las víctimas de este juicio- fallecido en 1995. Ambos compartieron lugares de detención en Neuquén y en Rawson hasta que en 1979, Kristensen tuvo la opción de salir del país.

Un secuestro que nunca tuvo explicación
A los Kristensen nunca les dijeron por qué habían secuestrado a Carlos Kristensen, el primer día del golpe militar del 76, de su departamento en Cipolletti. Ayer su hermana Elsa, su hermano Edgardo y la esposa de éste, Isabel Álvarez, hicieron emotivos relatos de los crueles tormentos a que fue sometido, el quebrantamiento físico y psíquico que le provocaron y la actitud de los jefes militares cuando los recibían en el Comando, respondiéndole con ironías y mentiras sobre el paradero de la víctima.
"Farías Barrera me dijo que me quedara tranquila, que estaba bien", dijo Elsa de lo que recordó de sus encuentros con el jefe de personal de Comando en 1976, Farías Barrera y con el jefe de Inteligencia del Comando, Oscar Reinhold. Añadió que "siempre fueron los mismos divagues, que mi hermano estaba bien, que me quedara tranquila".
Agregó que cuando pudo visitar a Carlos en la U9, éste le comentó que había sido duramente torturado. "Debió haber sido salvaje, porque él era una persona fuerte". Edgardo precisó que durante una sesión "sufrió un paro cardíaco y lo reanimaron con golpes de electricidad".
Describieron que cuando su hermano logró exiliarse en Dinamarca -sus padres eran de ese país-, en una revisión médica que le hicieron al recibirlo como refugiado político "le dijeron que tenía serios problemas en la columna, que con el tiempo se podía quedar paralítico o se le podía cortar la médula; él no podía levantar la cabeza y ese fue un castigo que se llevó de por vida; porque (antes de ser detenido) él nunca tuvo eso".
Elsa dijo que en búsqueda de Carlos la atendió Reinhold quien le dijo que su hermano "estaba muy bien atendido".

martes, 24 de abril de 2012

A la mayoría le importa poco el juicio"

Lo aseguró el escritor y periodista Guillermo Saccomanno en referencia a la poca participación de público en las audiencias por la Escuelita II. Vino a la ciudad para presenciar la declaración de Orlando "Nano" Balbo.     

Saccomanno es autor de Un maestro. Una historia de lucha, una elección de vida , libro que retrata parte de la vida de Balbo.(SEBASTIAN FARINA PETERSEN) -

Por PABLO MONTANARO

También afirmó que "es lógico que muchos testigos que deben declarar estén asustados".
El escritor y periodista Guillermo Saccomanno estuvo en Neuquén, donde presenció la declaración testimonial que hiciera el miércoles pasado Orlando “Nano” Balbo ante los jueces del Tribunal Oral Federal, en el juicio en el que se investigan delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en las provincias de Neuquén y Río Negro.
Saccomanno es autor de “Un maestro. Una historia de lucha, una lección de vida”, libro en el que retrata gran parte de la vida de Balbo y que en una próxima edición incluirá esa declaración que, según palabras del escritor, fue “una clase de dignidad, una clase política, una clase de historia, una clase de proyección de futuro, una clase de ética, una clase de compromiso existencial con determinadas ideas de transformación del mundo”.
En una extensa charla con este diario, Saccomanno se refirió al testimonio de Balbo ante los jueces, al doble discurso del gobierno nacional -al que respalda “críticamente”-, al “lavaje ideológico” impulsado desde 1976 hasta el presente, a la mirada épica que hay sobre los ’70, apunta contra la joven “militancia rentada” y propone censurar el libro “Disposición final” de Ceferino Reato, en el que el represor Jorge Videla explica el plan de exterminio actuado por la dictadura argentina.
 
De la euforia a la reflexión
“En este juicio se juzga a 23 asesinos, declararán 250 testigos y víctimas, y hoy (por el jueves) pasé por el Salón Verde de AMUC donde se desarrollan las audiencias y había muy poca gente. Yo pregunto, cuánta gente murió en el centro clandestino de detención La Escuelita, y cuánta gente convoca esta causa. Esto me lleva a decir que a la mayoría le importa muy poco este juicio. Este juicio contra los represores se ha postergado demasiado y en cada postergación las víctimas han sufrido; en la espera de la declaración el testigo vuelve a revivir lo que pasó y se le reactivan las heridas en el cuerpo”.
 
Doble discurso
“Es lógico que muchos testigos que deben declarar en este juicio estén asustados. Nuestra generación, los que rondamos los 60 y pico de años, fue educada en el miedo y educada para vencer al miedo. No es el caso del ‘Nano’ Balbo. Para él declarar fue reparador porque pasaron más de 30 años y tuvo que reactivar toda su memoria y todas sus heridas, y no me refiero sólo a la picana y a la sordera sino a las pérdidas morales, éticas y la humillación que se sufre en el exilio. Entonces, más allá de que cada uno tiene su muertito personal como Cristina Fernández de Kirchner tiene el suyo, no me termina de cerrar este doble discurso. Yo respaldo este gobierno pero lo respaldo críticamente. Los dobles discursos son psicotizantes, esquizofrénicos”.
 
Apología del delito
“No quiero hablar del libro de Videla que escribió Ceferino Reato porque me genera una repulsa, tanto el libro como su autor. Me parece lamentable que se les dé prensa a los verdugos. Yo sería partidario de la censura.  'Disposición final' es una apología del delito porque en esas páginas habla un criminal. Con el mismo criterio, Robledo Puch tiene derecho a salir a enarbolar sus crímenes”.
 
La cultura como campo de batalla
“El lavaje ideológico que comenzó en 1976 continúa hasta ahora. El lavaje ideológico también fue parte de la primavera alfonsinista, en la presunta reconciliación, en la teoría de los dos demonios. Se intentó borrar las contradicciones y las tensiones que estaban en juego en aquel momento. Más allá de que uno no le puede negar a Alfonsín o al alfonsinismo lo que significó el juicio a las juntas militares y el arrojo que significó en medio de una coyuntura muy difícil. Me esfuerzo por ser optimista todas las mañanas pero los índices que encuentro no me alcanzan. No me creo esta Argentina liberada que me intentan vender, porque Argentina no es Venezuela, no es Cuba. No estoy poniendo a Cuba o a Venezuela como modelos, estoy hablando del doble discurso, no hay capitalismo sano. No puede haber defensa de los derechos humanos con una ley antiterrorista”.
 
Militancia rentada
“Los jóvenes están bastante engrupidos por las momias del poder que levantan los '70 como un paraíso idílico y hasta diría como un idealismo medio naif. No creo en la juventud como categoría de clase. Por ejemplo, los laburantes pasan de la cuna a la fábrica, o de la cuna a limpiar autos. La juventud no me parece válida como categoría. ¿Qué edad tenía Rimbaud cuando escribió ‘Una temporada en el infierno’? ¿Qué edad tenía Thomas Mann cuando escribió ‘La montaña mágica’? Rimbaud tenía 15, Mann 50 ó 60 años. Hay un engaña pichanga de parte del Gobierno que dice la juventud participa. Participa por guita. Cualquier pibe que entra en la militancia empieza a ocupar cargos. Hay ejemplos a la vista. La de hoy es una militancia rentada”.
 
Épica falsa
“Los pibes miran los '70 como un momento de épica, pero es una épica falsa que costó 30.000 desaparecidos, es una épica que viene de una guerra sucia. Acá hubo un proyecto de liberación que fue liquidado y a esa militancia que nosotros -los que tenemos 60 y pico de años- conocimos nadie la bancaba, más bien lo contrario, fue corrida a palos. Cuando Cristina dice ‘Están los jóvenes”, ¿qué quiere decir? Qué futuro tienen esos jóvenes, qué futuro laboral tienen. Vivo en Villa Gesell, que vive dos meses de ilusión óptica, y donde hay robos, avanza el paco... Quisiera ser optimista pero mi actitud no es la de Sábato, melancólica y trágica sino que es crítica”.
 
¿Leyeron Walsh? ¿Leyeron Urondo?
“Aquellos que se presumen de izquierda, de izquierda nacional, tienen que hacer una revisión crítica muy fuerte. En el momento en que los fierros reemplazan a la política estamos jodidos, estamos equiparándonos con el enemigo y ese fue un error muy fuerte que se cometió. Me duele pensar que figuras como Juan Gelman, Paco Urondo o Haroldo Conti no eran tan inteligentes o lúcidos o hubo una miopía muy fuerte, de embeleso por una épica que fue engañosa. Actualmente, cualquier agrupación juvenil se pone el nombre de La Urondo, La Walsh, pero en el fondo son como pins. Les preguntaría si leyeron el poema "Spitfire" de Urondo o si leyeron "La balada del álamo" Carolina de Conti. Porque para eso me quedo con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”.
 
Crítica dentro de un proyecto
“Leo los diarios de la región y no son tan diferentes que los de Buenos Aires. ¿Cómo sigue esto? ¿Qué hacemos con un Congreso que se aumenta la dieta mientras un docente gana dos con cincuenta. Cristina, explícame el departamento de Boudou. Celebro las AFJP, lo que hicieron con la Anses, la política de derechos humanos, pero qué hacemos con los Jaime, con los Boudou... El santo no sólo tiene que serlo sino parecerlo. Prefiero pensar así antes de incurrir en un falso optimismo porque después la gente se indigna. La crítica la estoy haciendo desde adentro de un proyecto. No estoy en contra de los aciertos de este Gobierno”.

sábado, 21 de abril de 2012

Gladis Sepúlveda declaró que reconoció al desaparecido Carlos Schedan durante su detención

La testigo reconoció que vio a Carlos Schedan en la U9 de Neuquén. Schedan, quien permanece desaparecido, fue detenido por la policía en su lugar de trabajo en 1976. Hubo varias intervenciones por parte de los abogados defensores y de la querella en los que el Tribunal debió intervenir.

La empleada de la Universidad Nacional del Comahue Gladis Sepúlveda -que declaró el jueves 19 de abril por la mañana-, estudiante de la carrera de Servicio Social en 1976, relató que conoció a Virginia Recchia, esposa de Schedan, en la cárcel de La Floresta (Bahía Blanca) en setiembre del 76. Le comentó que a su hija la había dejado con una vecina y le describió cómo era su marido secuestrado y cómo vestía, lo que le permitió a Gladis reconocerlo como uno de hombres que estaba en la U9 también detenido y que fue trasladado junto con ella desde Neuquén al centro clandestino de Bahía.

El 11 de junio de 1976 un grupo comando atacó la casa de los padres de Sepúlveda, a quienes detuvo e incomunicó durante dos días junto a sus hermanos y su abuela de 78 años. La mujer era alumna de la carrera de Servicio Social y como no estaba en su casa, dejaron una guardia policial en su domicilio y al resto de la familia encerrada.

A los tres días, acompañada de su madre y el cura párroco de Cipolletti, se entregó en la comisaría de esa ciudad. Allí fue interrogada y le confirmaron que fue detenida por orden del V Cuerpo de Ejército para solicitar datos sobre otros estudiantes detenidos-desaparecidos. El 15 de ese mes fue trasladada con los ojos vendados a la Unidad de Detención 9 de Neuquén donde le hicieron firmar una libertad que no llegó, porque horas más tarde fue trasladada a Bahía Blanca. En “La Escuelita” de Bahía identificó a Susana Mujica, Alicia Pifarré, Cecilia Vecchi y Mirta Tronelli. También dijo que “reconocí a Mónica Morán porque era alumna de la Universidad y hacía teatro. A ella la sacaron con mucha violencia e insultos”. Dijo que “teníamos algo en la cabeza que nos decía si nos iban a matar o no”. Sepúlveda, de 60 años, declaró que reconoció a otros sobrevivientes en La Floresta , entre otros a María Emilia Salto, Laura Manso, Virginia Recchia y Graciela Juliá.

Luego relató su traslado al penal de Devoto, donde estaban en cada pabellón se agolpaban entre 50 y 60 personas. En agosto del 79, tras pasar por varios meses por “la calesita”, como se describía al cambio continuo de celdas de los presos, de un pabellón a otro, de unas celdas a otras de a tres o cuatro para desalentar los vínculos entre ellos, se pudo exiliar a Alemania.

Las universitarias desaparecidas eran del PRT

Testigos reivindicaron su militancia en el partido que creó Mario Santucho. 

Elida Sifuentes: "Me siento aliviada de dar mi filiación partidaria y de las compañeras desaparecidas".
 
Las estudiantes de Servicio Social de la UNCo desaparecidas eran militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), según se ventiló ayer en el juicio en el que se debaten delitos de lesa humanidad. "Fuimos perseguidos por pensar como pensábamos y las compañeras están desaparecidas por pensar como pensaban", dijo la trabajadora social Élida Sifuentes.

"El PRT era un partido revolucionario, marxista, leninista que planteaba la transformación de la realidad social", señaló.

El defensor Hernán Corigliano le preguntó qué relación tenía con el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). "Dependía del PRT", respondió.

La testigo fue convocada por el caso del secuestro de Virginia Recchia -una de las 39 víctimas por las que se hace este juicio- a quien dijo haber conocido en la cárcel de Floresta (Bahía Blanca), cuando Sifuentes había sido legalizada luego de ser secuestrada en Neuquén y padecido los tormentos en el centro clandestino "La Escuelita" de Bahía. "A Virginia la conocí en la cárcel y no antes. Estaba muy atemorizada"; dijo Sifuentes.

La ex estudiante de Servicio Social Gladis Sepúlveda señaló que "fui la última que vi con vida a su esposo, Carlos Schedan, porque nos trasladaron juntos desde la U9 hasta Bahía Blanca", dijo. Señaló que Recchia estaba angustiada por desconocer qué había pasado con su esposo, quien sigue desaparecido.

"Cuando llegó a la cárcel nos contó que la habían detenido en junio en Neuquén y preguntaba si habíamos visto a su marido. Yo no los conocía pero la descripción que dio de su marido coincide con la persona que vi el en la U9, cuando nos juntaron para decirnos que firmemos la salida, y luego nos llevaron a Bahía Blanca, al centro clandestino".

Añadió que "él era flaco, alto y pelado y en ese momento recordaba la ropa que traía y coincidía exactamente con la que dijo que tenía su esposo".

Sifuentes declaró que cuando era estudiante militaba en el PRT. "Fui secuestrada el lunes 12 de junio de 1976, pero desde el viernes estaba atemorizada porque sabía que habían secuestrado a Cecilia Vecchi, Susana Mujica y a Mirta Tronelli- están desaparecidas-, que no sólo eran compañeras de trabajo y de la universidad, sino de militancia en el PRT y pensé: pueden venir por mi", dijo.

"Me siento aliviada de dar mi filiación partidaria y de las compañeras que están desaparecidas. Si estamos dando la verdad, hay que decir la verdad", remarcó.

jueves, 19 de abril de 2012

"A ese muchacho lo boletearon"

A Virginia Recchia militares la secuestraron la tarde del 11 de junio de 1976, pero antes de llevarla a la alcaldía dejaron su beba de un año y medio, Natalia, al cuidado del matrimonio de Jacqueline Bourgin y Mario Pieri.

Virginia y Jacqueline trabajaban en la ex Hidronor.

Ayer el caso se ventiló a medias porque tanto Virgina como su madre Mary no concurrieron por prescripción médica. Virginia tenía 25 años cuando la secuestraron y el certificado médico le adjudica limitaciones para afrontar un interrogatorio.

Pero Bourgin -por teleconferencia desde Buenos Aires- y Pieri detallaron el secuestro y tal vez fueron los últimos en ver con vida a Carlos Schedan, esposo de Virginia, a quien buscaban los uniformados.

Los testigos dejaron en claro que el matrimonio tenía militancia en organizaciones guerrilleras. "Dicho por ellos", señaló Bourgin.

Pieri en este sentido dijo que semanas después de haber visto cuando los militares ingresaban con Schedan detenido a la delegación local de la Policía Federal, el mismo día del secuestro de Virginia, leyó en el diario que lo habían matado en un enfrentamiento.

"Pero digamos bien las cosas, al muchacho lo boletearon. Decían que era un enfrentamiento, pero los liberaban para después boletearlos", señaló Pieri.

Añadió que junto a Bourgin fueron a la delegación de la Policía Federal a pedir información del secuestro y que el comisario "El Perro" González negó que estuviera allí Virginia, pero al salir vieron que traían detenido a Schedan.

El tribunal deberá resolver si incorpora por lectura el testimonio que oportunamente dio oportunamente en la instrucción, Recchia. Lo solicitaron algunos querellantes pero se opuso un defensor.

Crudo relato de "Nano" Balbo ante el Tribunal. Su testimonio apuntó a Guglielminetti.

El grito del torturado es "como de animal"

Con despliegue de mesura, pero con exactitud y detalle de los hechos, Orlando "Nano" Balbo efectuó ayer un estremecedor relato de su secuestro y de las torturas sufridas a partir del golpe del 24 de marzo de 1976, en el juicio que se lleva a cabo en Neuquén por delitos de lesa humanidad.

Balbo, al hablar del padecimiento de los torturados, dijo: "Eran gritos no humanos, como de animal".

Las audiencias se reanudaron en la sala verde de Amuc con público dentro y fuera del Tribunal.

A excepción del comisario retirado Alberto Camarelli, los imputados no se presentaron en la sala. Los ex jefes militares Oscar Lorenzo Reinhold, José Ricardo Luera y Osvaldo Laurella Crippa, siguieron los dichos de Balbo a través de la pantalla de videoconferencia en Buenos Aires y Bahía Blanca. En 1976 Balbo era docente primario, había militado en la Juventud Peronista y se desempeñaba como secretario parlamentario de la diputada justicialista René Chavez.

A Balbo lo secuestraron el mismo día del golpe y debió exiliarse en 1978.

En su testimonio, Balbo describió cómo a lo largo de los dos años que estuvo detenido en Neuquén, en Rawson y en Caseros, vivió amenazado con volver al infierno de la tortura, mientras que sus padres sufrían tratos vejatorios al buscarlo o visitarlo en la cárcel. "Todavía no terminamos con vos", era una de las advertencias ante cada traslado de penal.

Conocía a Raúl Guglielminetti porque el ex agente de inteligencia integró el grupo de guardaespaldas del rector Dionisio Remus Tetu y Balbo se lo cruzaba en la UNC hasta que fue cesado de su cargo administrativo en Ciencias Agrarias.

Ayer, ante los jueces, Balbo identificó claramente a Raúl Guglielminetti como el que dirigió su secuestro el 24 de marzo, y también como responsable de las preguntas y el que ordenaba aplicarle la picana eléctrica en las sesiones de tortura que "se extendieron durante todo el día" en la delegación de la Policía Federal, recordó.

En la primera sesión -donde también estaba Guglielminetti- los golpes aplicados en forma de "teléfono" lo dejaron sordo permanentemente. "Atrás había dos o tres personas, pero él estaba adelante; los otros atrás", describió el docente neuquino.

Describió el tormento de esperar su "turno" en la escalera de la Federal mientras escuchaba los padecimientos de otros secuestrados. "Eran gritos no humanos, como de animal", dijo. Regresado a la U-9 "no me pude levantar", relató, y contó más adelante que cuando se vio en el espejo "no me reconocí".

En una de las sesiones en las que le ponían una bolsa en la cabeza mientras le pegaban, Guglielminetti se dio cuenta que entraba un poco de aire al nylon y la mandó a cambiar para continuar con el tormento "que te deja sin aire y parece que la cabeza va a reventar, mientras el corazón se enloquece", describió.

Sobre su torturador dijo que "tenía una mirada penetrante, con bronca me gritaba "rata de albañal! y hasta aprendí a saber cuándo iba a aflojar o no".

lunes, 16 de abril de 2012

"Ya no podemos pedir que nuestros padres aparezcan"

Lo afirmó el hijo de Orlando Cancio, uno de los seis desaparecidos durante la dictadura.

Cancio fue torturado en el centro clandestino de detención de Neuquén y pasó por las cárceles de esta ciudad, de General Roca y Rawson.
 
 De las 39 víctimas cuyos casos serán investigados en el segundo juicio, que comenzó el 28 de marzo en el Tribunal Oral Federal de esta ciudad, contra 23 represores acusados de delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar, seis están desaparecidas.
 
Orlando Cancio, Javier Seminario, José Francisco Pichulman y Celestino Aigo fueron secuestrados de sus casas en operativos realizados por fuerzas policiales provinciales y federales y del Ejército. Antes del 24 de marzo de 1976, los cuatro participaban activamente de la comisión vecinal de ese popular barrio, ubicado a la vera del río Neuquén.
Cancio y Seminario fueron detenidos en agosto de 1975 y luego trasladados a cárceles y al centro clandestino de detención La Escuelita –ubicada en los fondos del Batallón de Ingenieros 181– donde en agosto de 1976 llegaron Pichulman y Aigo.
Cuando se llevaron a su papá Orlando, Raúl Ernesto Cancio tenía poco más de 1 año de edad. Sus padres ya se habían separado. Ruly -como se lo conoce- no guarda en su memoria ningún recuerdo de aquel militante de la comisión vecinal del barrio Sapere.
El único hijo de Orlando Cancio, que al momento de su detención el 20 de agosto de 1975 tenía 21 años, afirmó que espera que con este juicio en el que se investiga el caso de su padre se “alcance la justicia”.
 
Ruly contó que “en aquel tiempo era muy chico "y no me acuerdo ni de la cara de mi papá". Poco sabe de su desaparición, “sé que estuvo en algunos lugares donde lo torturaron, sé que lo llevaron de una cárcel a otra, pero no mucho más”, expresó.
Orlando trabajaba de zapatero en su casa, donde vivía con su madre y su pequeño hijo. Fue detenido cuando junto a otros vecinos organizaban un homenaje a los fusilados de Trelew, acto que iban a hacer en el tanque de agua del barrio.
Tres días después de producido el golpe de Estado, fue trasladado a la U9 y posteriormente, por orden escrita de Oscar Reinhold, en ese entonces jefe de Inteligencia del Comando de Infantería de Montaña, entregado al sargento Julio Francisco Oviedo, quien lo condujo al centro clandestino de detención La Escuelita. Ambos militares están imputados en este juicio y fueron condenados en el 2008 con 25 y 7 años de prisión, respectivamente.
En el centro de detención, Cancio estuvo vendado, encadenado a una cama y torturado durante más de veinte días. Posteriormente lo llevaron a la U5 de General Roca y a la U6 de Rawson. En noviembre de 1976, Cancio y Seminario, además de José Delineo Méndez y Miguel Ángel Pincheira (ambos secuestrados en Cutral Co), fueron alojados en la U6 hasta que son entregados a Luis Alberto Farías Barrera para ser trasladados al V Cuerpo de Ejército y desde entonces están desaparecidos.
 
Ruly trabaja de electricista y espera a partir del juicio saber más sobre lo que le sucedió a su padre. “Sería bueno que los que tuvieron que ver con la desaparición de mi papá digan la verdad, pero no creo que eso suceda”, sostuvo.
Su tía Amalia se encargó de cuidarlo y criarlo cuando su padre fue secuestrado. “Mi tía nunca me contó lo que vivió cuando estuvo secuestrada. Uno se imagina lo que llegó a pasar por lo que sabe que le hicieron a la gente. Ella nunca me contó mucho”, relató. Fue Noemí Labrune, integrante de la Asamblea por los Derechos Humanos de Neuquén, quien se encargó “de contarme algunas cosas de mi viejo”. "Él militaba en la comisión vecinal de Sapere, era una juventud que peleaba para conseguir cosas para el barrio como viviendas y escuelas. Pero en ese tiempo parece que eso no era bueno”, relató.
 
Expresó que con el juicio tiene expectativas “de que se haga justicia". "Los militares y policías acusados hicieron tantas cosas impunemente y todavía están acá. Nosotros queremos justicia porque ya no podemos pedir que nuestros viejos aparezcan. Lo ideal para nosotros sería que los acusados digan ‘lo hicimos nosotros’”, agregó

"Tengo una mínima esperanza que confiesen"

Teresa Aigo espera que los militares y policías imputados en el juicio digan lo que hicieron con los cuerpos de los desaparecidos, entre ellos el de su hermano Celestino, secuestrado en agosto de 1976.
Ahora entiendo muchas cosas por las que luchaba mi hermano , afirmó.  
Teresa Aigo es la hermana de Celestino, secuestrado de su casa en la calle Lanín al 1.300 del barrio Villa Florencia la noche del 16 de agosto de 1976.
 
Luego de todos estos años de angustia e incertidumbre, la incorporación de la desaparición de su hermano en el juicio abre una nueva puerta para esta familia.
El Chino, así lo llamaban, había nacido en Aluminé en 1953, y participaba de la comisión vecinal del barrio Sapere. Aún resuena en los oídos de Teresa cuando uno de los tres sujetos que irrumpieron en la casa, y pusieron a sus padres, hermanos y cuñado contra la pared, identificó a Celestino al grito de "Ah, sos el famoso Chino".
Teresa está citada como testigo en el proceso judicial que comenzó el 28 de marzo pasado. Tenía 14 años cuando se llevaron a su hermano mayor que "muchas veces se comportaba como un padre".
Cuando Celestino fue metido a los golpes en el automóvil en el que se desplazaban, uno de ellos amenazó con dispararle a su madre, Matilde Cayún, porque había salido de la casa pidiendo por su hijo.
Teresa afirma que con el paso del tiempo entendió muchas de las cosas por las que luchó su hermano y por eso espera que "haya una verdadera justicia, pena máxima y cárcel común para estos militares y policías que fueron responsables partícipes del genocidio". "Si bien uno recibe órdenes de sus superiores también tienen la facultad para decir 'no'”, consideró.
Aún mantiene “una mínima esperanza” de que los imputados confiesen dónde dejaron los cuerpos de los desaparecidos.
 
Tras el secuestro de Celestino, sus padres recorrieron comisarías y hospitales e incluso fueron a preguntar al Comando del Ejército. La ausencia de su hijo deprimió al padre, quien falleció a los nueve meses de aquella fatídica noche de agosto.
Con 88 años, su madre sigue las alternativas de las audiencias del juicio a través de los medios y anhela justicia. “Igual es muy distinto lo que vive una madre que lo que vive una hermana", comentó Teresa.
Unos días antes de su desaparición, Javier Seminario, quien estaba detenido en la U9 antes de ser llevado al centro clandestino de detención La Escuelita, le dijo a la cuñada de su esposa que tanto Celestino Aigo como los hermanos José Francisco y Juan Raúl Pichulman corrían peligro y debían irse.

domingo, 15 de abril de 2012

La declaración de Jorge Molina Ezcurra es considerada trascendente en la causa.

La delegada de Nación en Neuquén de la secretaría de Derechos Humanos, Beatriz Gentile, adelantó que elevará a la secretaría nacional las acusaciones en contra de Martín Balza de que mandó a quemar documentación durante la dictadura y que supo del funcionamiento de al menos dos centros clandestinos de detención, "para que se lo investigue y para cruzar información" con otros antecedentes.

La acusación la hizo el coronel (R) Jorge Molina Ezcurra al declarar como imputado en el juicio de "La Escuelita" II que se hace en esta ciudad por delitos de lesa humanidad.

Gentile opinó que las declaraciones de Molina Ezcurra son "importantes porque modificó su estrategia de no reconocer que había un plan sistemático, de no reconocer que había centros clandestinos y desaparecidos. Esta vez dejó en claro que sí los hubo", reafirmó. E indicó que si bien era un imputado que estaba desplegando su estrategia de defensa, "nos pareció importante esta aceptación implícita de que fueron responsables de este plan sistemático en Argentina".

"Pareciera que (Molina Ezcurra) escupiera un montón de información, pero habrá que investigar", advirtió Gentile.

Destacó igualmente la postura "de alguien que se siente responsable" y que está "denunciando hasta sus cómplices en el delito" y sostuvo que esta estrategia defensista del imputado es "un avance" respecto a la postura anterior de negar la existencia de un plan sistemático de exterminio.

La secretaría de Derechos Humanos es querellante en distintos juicios penales en los que se debaten los crímenes del terrorismo de estado.

Al pedido de opinión sobre las declaraciones de Molina Ezcurra, a través de sus colaboradores la ministra de Gobierno, Educación y Justicia, Zulma Reina, de quien depende la subsecretaría de Derechos Humanos, optó por el silencio.

Victoria López, directora de Derechos Humanos del municipio capitalino, dijo que "está claro que si bien hay que lograr una condena judicial a los responsables del terrorismo de estado, ya hay una condena social. Esta actitud -de Molina Ezcurra- pareciera ser un intento de escapar de sus responsabilidades". Y añadió que "de todos modos dio datos importantes a evaluar y además puede ayudar a otros hablen y salgan más cosas a la luz. Ojalá que sea así".

Para Oscar Ragni, de la Corriente por los Derechos Humanos, "no es raro lo que dijo, pero aunque ya lo sabíamos es un indicio de que han empezado a cortarse los eslabones de esa cadena de sangre que hicieron en algún momento".

Agregó que "después de 30 años eso se ha roto, porque si bien ellos dicen que siguen perteneciendo a las fuerzas armadas, no tienen ese vinculo tan poderoso de jerarquías y es posible que por resentimiento, venganza, odio, empiecen a contarse estas cosas". Aún así dijo "de Balza no puede esperarse mucho porque siempre mintió, pero lo de Molina Ezcurra sirve porque puede ser una incentivación y que otros hablen"

Pronunciamiento de la Multisectorial de Derechos Humanos de Neuquén

La Multisectorial de Derechos Humanos de Neuquén, ante los hechos producidos en el marco del juicio a los 24 genocidas que actuaron en nuestra región, denunciamos:

 El juicio debió comenzar a mediados de noviembre, siendo suspendido dos veces antes de dar comienzo definitivo este 28, además de cambiar el lugar que se había acordado para garantizar la participación masiva de compañeros y compañeras en el transcurso del mismo, AMUC.

La falta de seguridad de los propios compañeros y compañeras que asistimos a las audiencias, ante las provocaciones constantes de los genocidas que se pasean por delante nuestro sin esposas ni llamados de atención.

Las amenazas por parte del presidente del Tribunal, ante cualquier expresión en voz alta contra los genocidas. So pena de ser expulsados de la audiencia y no poder volver a entrar mientras dure el juicio.

La decisión del Tribunal de rechazar el pedido de revocatoria de las domiciliarias y excarcelaciones ante el atentado a Oscar e Inés y brindarles el beneficio de no tener que estar presentes en el transcurso del juicio.

Pero aún hay dos hechos cualitativamente superiores en el marco de este juicio.

La “despedida” de la Policía Federal-que junto a personal penitenciario son los encargados de la seguridad y el traslado de los genocidas-tirando al piso dos gases a los compañeros y compañeras que allí se encontraban, generando en el rebote, que el gas le diera de lleno en la cara a una compañera provocándole lesiones en su rostro y una ceguera de un par de horas en sus ojos. La compañera debió ser asistida en el hospital Castro Rendón. Luego hizo la denuncia en la fiscalía, responsabilizando al Tribunal.

Y el atentado, inédito, sufrido en la casa de Oscar e Inés Ragni, y a través de ellos a todos y todas los luchadores de Neuquén- en la que además funciona la sede de las Madres en Neuquén- recibiendo 4 disparos en la puerta de su local.

Desde este espacio nos parece imprescindible la investigación de semejantes actos que no se pueden desvincular de un accionar que se ampara en la impunidad que le otorga este sistema y responsabilizamos al TOF por las agresiones que sufrió la compañera Nadia Paris y a los gobiernos nacional y provincial por el atentado sufrido en casa de Inés y Oscar Ragni.

Como así también creemos que todos deben expedirse al respecto de lo sucedido, porque cuando hace años dijimos NUNCA MÁS, también se lo decíamos a la impunidad, a la complicidad, a la inacción de la justicia.

Vaya nuestro mas profundo repudio a estos hechos y la exigencia de investigación ya!!!

Por cárcel común, perpetua y efectiva a todos los represores!!!!!

Secretaría Derechos Humanos CTA-ATEN Capital-CEHUMA (UNCo)-Grupo de Apoyo a las Madres de Plaza de Mayo, Neuquén y Alto Valle-Corriente de militantes por los Derechos Humanos--ZAINUCO- Ce.Pro.DH -Agrupación Frente de Unidad y Lucha en UNTER-Colectiva feminista La Revuelta-GRAMARPAL (Grupo de Amistad Argentina Palestina de Nqn.)-Frente Popular Darío Santillán
Proyecto Sur-Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST)-Unión de juventudes por el Socialismo (UJS)-Partido Obrero (PO)-Izquierda Socialista (IS)
Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS)

miércoles, 11 de abril de 2012

La impunidad aprovechada

Por NOEMÍ LABRUNE (*)

Es lógico que los imputados se inventen todas las  circunstancias imaginarias o no, para salir mejor parados de estas audiencias. Nadie puede estar esperando que se acusen y menos aún que digan dónde están los restos de los desaparecidos, ni quién aplicó la picana. Aprovechan este lugar que se les da para hacer descargos específicos de sus crímenes, para distorsionar ante la
opinión pública, para desinformar. Gustavo Vitón dijo una verdad: "Los 33 Orientales", después de 1981, era un movimiento de protesta sobre las metodologías empleadas por la Junta Militar.

Ahora Vitón se hace el abanderado de los militares que se opusieron a la
dictadura. Pero era una oposición parcial. A fines de 1986, lo fui a ver para explicarle que era fundamental su declaración para aportar elementos. Me aseguró que iba a llevar documentos y a colaborar en todo lo que estuviese a su alcance. Cuando declaró dijo que apenas se acordaba del predio de "La Escuelita". Así que todo lo que dijo ayer se contradice con sus hechos concretos. Aprovechan esa impunidad que les da el proceso penal para decir estas cosas. Menos mal que terminó esta etapa del juicio porque no es ni interesante, ni edificante.
 
(*) Integrante de la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH) Neuquén.

"Te vamos a dejar la nena, vos la vas a educar, la vas a criar y ¡guarda con abrir la boca!"

 "Te vamos a dejar la nena, vos la vas a educar, la vas a criar y ¡guarda con abrir la boca!", le gritaron los secuestradores que se llevaron a Graciela Romero y Raúl Metz de un inquilinato en Cutral Co, a los vecinos cuando estaban, bajo amenazas, tirados en el piso.

Eran las 3 de la mañana y la niña de dos años, Adriana Metz, se escuchaba llorar sin cesar en las habitaciones contiguas. "A los chicos Dios les da aviso de que algo va a pasar", conjeturó Edelvina Guiñez, que junto con su esposo Miguel Paniján, fueron testigos del secuestro del matrimonio Metz en diciembre de 1976.

Guiñez y Paniján viajaron ayer desde Cutral Co hasta esta capital para declarar en el juicio que se lleva a cabo en Bahía Blanca, por los delitos cometidos durante la dictadura en el Quinto Cuerpo del Ejército.

Se levantaron a la madrugada, al igual que Sergio Méndez Saavedra y Graciela Kalnisko y se acercaron a la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Neuquén antes de las 9, ya que los tribunales se iban a conectar por teleconferencia para llevar a cabo el procedimiento de toma de testimonios por la desaparición forzada de los Metz y de Mónica Morán, una no docente universitaria de la UNC, también desaparecida luego de un secuestro en Bahía Blanca.

Pero la conexión con Buenos Aires no funcionó y los jueces se quedaron esperando en Bahía el testimonio de los neuquinos, mientras que la frustración se apoderó de quienes esperaban dar vuelta una página con un recuerdo que puja por salir lo más rápido posible, luego de ser guardado por más de 30 años.

Ante la frustrada audiencia judicial fueron nuevamente citados el martes a las 16, esta vez en el salón Verde de Amunc, donde inaugurarán el sistema de videoteleconferencia que fue instalado para el juicio neuquino de delitos de lesa humanidad.

Los cuatro testigos convocados para ayer se mostraron contrariados por la frustrada declaración y el servicio de atención a la Víctima hizo el acompañamiento ante el traspié.

Guiñez y Paniján detallaron la violencia del operativo de secuestro. Edelvina estaba embarazada de ocho meses y los secuestradores no titubearon en tirarla al piso y mantenerla amenazada, mientras que su esposo era apuntado por dos armas en la cabeza, luego de haber recibido un feroz garrotazo cuando intentaba entender qué pasaba.

"Eran cuatro puertas, cuatro casas, cuatro familias", las que fueron arrancadas a los golpes de su descanso esa madrugada.

Adriana Metz, con dos años, fue dejada a su suerte esa madrugada. Los vecinos buscaron una familia conocida de sus padres, quienes se encargaron de llamar a los abuelos Metz que llegaron desde Bahía para atender a su nieta y hacer la denuncia por la desaparición de la pareja.

Graciela Romero estaba embarazada de casi cinco meses cuando fue arrancada del lugar.

Méndez Saavedra estuvo unos 18 días en "La Escuelita" de Neuquén y allí escuchó cómo torturaban a Raúl Metz, a quien conocía de Cutral Co, y a su esposa Graciela, quien era objeto de vejámenes y burlas; hasta que dejó de percibir la presencia de ambos y estima que fueron trasladados al centro clandestino de Bahía. Ambos permanecen desaparecidos, y el bebé del matrimonio, nació en abril de 1977 según los testimonios de sobrevivientes de ese centro clandestino.

Otro testimonio : Sergio Méndez Saavedra fue detenido dos veces, la segunda la atribuye a que sus secuestradores lo vincularon con Raúl Metz, de quien reconoció su voz y la de mujer, Graciela Romero, cuando estaban secuestrado en "La Escuelita" de esta ciudad.

"A ella no la conocí, a él sí, era chofer de Facro, y cuando me largan de la cárcel la primera vez, llegó a mi casa, con alguien al que le decían 'Cubano', a ofrecerme ayuda".

Agregó que "luego a ellos los secuestran –a los Metz– y me da la idea que dijeron que estuvieron en mi casa... Después me secuestraron a mí".

Relató que "escuchó" cuando torturaban al matrimonio. "A Metz le decían 'te vamos a reventar, a hacer boleta'. Y a la mujer la desnudaban y le decían cosas obsenas... La mujer se cohibía y le decían 'no te cohibás hija de puta, sabemos lo que tenés, no te agachés. Y le hacían un montón de torturas", dijo.

"No puedo decir tal día se los llevaron, ni –desde cuándo– noté su ausencia. No la escuché más a ella, que se ve que la mandaban a lavar la vajilla, a darles mate, eso se termino. El nombre del 'Cubano' no lo escuché mas, se ve que en esos días los trasladaron a Bahía Blanca", relató Méndez Saavedra.